domingo, 8 de marzo de 2015

Enseñando en La Paz

Mi primer viaje a La Paz, Baja California Sur, fue para visitar a un amigo, y para explorar un lugar nuevo.
Mi vida en México - los últimos 17 años - ha sido caracterizada por muchos viajes a la descubierta de este maravilloso país, tan famoso y al mismo tiempo tan desconocido, aun por sus habitantes.
Llegar a La Paz fue una verdadera sorpresa. Por la primera vez desde que dejé mi país encontré un mar más bello del mío.
El Mediterraneo es un mar maravilloso pero el Mar de Cortez es único. Jacques Cousteau lo llamaba "el acuario del mundo" y no exageraba ni un poco.
El otro día, bicicleteando de la playa pública Coromuel hacia el centro de la ciudad me encontré con un tiburon ballena a no más de 20 metros de la costa. Claro que nunca había yo visto semejante bicho... alguien me explicó de que se trataba.
Es en este viaje que me dije que hubiera sido interesante pasar un tiempito en La Paz para entender mejor de que se trata. Mi sensibilidad de investigadora me hacía pensar que algo en la gente de aquí era muy distinto. Sentía más interés y más aceptación como extranjera en México y la gente me pareció particularmente abierta.
Así que cuando un amigo chef me comentó que la Universidad Mundial necesitaba un profesor de gastronomía decidí de investigar de que se trataba.
No era la primera vez que enseñaba en la Universidad, pero esta vez la materia que me ofrecieron era muy distinta: "Evaluación de proyectos gastronómicos".
Decidí desde el principio que la mejor manera de evaluar un proyecto gastronómico para los chicos era hacer uno en primera persona.
Entré en el salón el primer día y empecé con una investigación: les pregunté a mis alumnos que ideas tenían para su futuro.
La mayoría tenía pensado viajar a otra parte del país, o del mundo para trabajar en un grande hotel como empleado de nivel.
Solo hubo un grupito que quería abrir un puesto de hot dogs en la calle.
La verdad me pareció algo limitado para alumnos del penultimo quadrimestre de gastronomía, así que agarré un libro publicado por el OCDE en un congreso organizado en Corea sobre Comida y Turismo Gastronómico en general, y decidí hacer de este texto mi guía para el curso. Uno de los problemas que encontré es que los chicos no hablan inglés. No problem, dije yo... y me traducí todo el texto.
Y dimos la vuelta virtual al mundo para descubrir que países trabajan en el turismo gastronómico y como.
Analizamos el movimiento Slow Food, luego la comida mexicana como Patrimonio de la Humanidad, y mucho más. Llegamos a la conclusión que la gastronomía mexicana que atrae al turista es la tradicional, y no fusiones o ideas raras.
Nos pusimos también a analizar todas las opciones de trabajo para un joven que sale de la universidad.
Lo que traté de explicar a los muchachos es que si pagas una universidad, en terminos fisicos como esfuerzo y monetario, no es para ser un empleado.  Al contrario, hay que pensar como emprendedor.
También hablamos muy mal de las multinacionales de la comida, que quieren monopolizar la semilla creando hambre en la gente, y que obligan hoy a los campesinos a firmar contratos que a lo largo del tiempo los llevan a vender su tierra y trabajar a sueldo o a irse a las ciudades. Y de los casos de cáncer en niños y adultos del campo provocados por el utilizo masivo de pesticidas químicos.
Al final del cuatrimestre via mis alumnos preparar unos proyectos por otra cátedra: organización de banquetes.
Un stand era de comida autóctona mexicana, de Baja California Sur, con recetas de sus casas, mamas, abuelitas, nanas etcetera, empujando una operación de rescate de productos locales, que es vital para fomentar el turismo gastronómico de la región.
Otro proyecto era la presentación de un bar de tapas, construido totalmente con material reciclado, como pallets y cajas de fruta, y otro más era sobre la organización de una  fiesta de cumpleaños para el perro, la mascota de la casa, y un elemento irrenunciable de la familia.
Todos los proyectos eran totalmente distintos respeto a la norma y novedosos.
Me parece muy importante seguir esta camino. Como bien entendió el Presidente saliente de Uruguay, José Mujica, lo que puede cambiar el camino chueco del mundo es solamente la educación.
El rescate de ideas y tradiciones locales es parte integrante por un desarrollo sustentable, atento a las verdadera búsqueda del turismo foraneo, que cuando llega a un país quiere captarne la esencia a través de sus sabores y su historia.